domingo, 28 de diciembre de 2014

El secreto

Hacía tiempo, más del que me gustaría, que no leía un libro que me trastocase tanto. Quizás en el buen sentido de la palabra, quizás no: hace tan solo unas horas que terminé de leer El secreto, y sin embargo aún no he conseguido sacar nada en claro. Solo sé que me ha encantado, en todos los aspectos en los que puede encantarme un libro: francamente, hacía tiempo que no leía uno tan bueno y tan redondo. Quizás haya sido el particular interés que le profeso al adorno principal de la trama — el mundo clásico — o quizás haya sido otra cosa, pero desde luego tengo que decir que este libro me ha enamorado por completo.


Sinopsis: La vida no es fácil en un college de Nueva Inglaterra si eres un chico modesto y falto de afecto que llega de California, y Richard Papen lo sabe; por eso agradece que lo admitan en un pequeño grupo de cinco estudiantes capitaneados por un profesor de literatura clásica con mucho carisma y pocos escrúpulos. Los chicos sueltan comentarios en griego y se ríen de la ingenuidad y la torpeza de los demás, pero bien mirado se pasan el día bebiendo y engullendo pastillas, hasta que un mal día lo que parecían chiquilladas se convierten en asuntos donde la muerte tiene algo que decir. Es entonces cuando Richard y su pandilla descubren qué difícil es vivir sin máscaras y qué fácil es matar sin remordimientos.

La verdad es que ni siquiera sé por dónde empezar. Este libro cayó en mis manos por mi cumpleaños: llevaba viendo varias reseñas muy positivas en Goodreads varios meses, y la trama me llamaba bastante. Se me antojaba un El club de los poetas muertos del Griego clásico. En cierto modo lo es, pero a su vez no tiene absolutamente nada que ver: sin embargo, recoge todos los elementos de este tipo de historias que mantienen un denominador común: los alumnos entusiastas, jóvenes con delirios de grandeza y la inmensa importancia de la Literatura en sus vidas cotidianas.

Cabe decir que la prosa de Donna Tartt me ha gustado muchísimo, pese a ser algo de esperar de un Premio Pulitzer. Tiene un estilo no excesivamente rebuscado, pero con un buen vocabulario y una amplia gama de recursos que utiliza con frecuencia (pero sin abusar). El desarrollo de todos sus personajes es más que inminente a lo largo del libro: los que en un principio se presentan más afables acaban siendo despiadados, cada uno a su forma; los más arrogantes o frívolos acaban siendo los que le salvan la vida al protagonista.

Aunque los seis personajes principales (siete, con el profesor de Griego) me han encantado, me han llamado la atención de una forma particular Henry Winter y Bunny Corcoran. Henry por ser ese genio millonario que dedica su vida a los estudios, una especie de erudito encerrado en el cuerpo de un joven de veintiún años; Bunny, sobre todo, por el carácter afable y a su vez agrio que presenta sin tapujos. Bunny es, en mi opinión, quizás el personaje más interesante, ya que en cierto modo es el detonante de todos los eventos que se narran de más o menos la página doscientos cincuenta en adelante. Aunque en realidad, en un libro como este, hacer una afirmación así es un tanto osado: todos y cada uno de los personajes de El secreto tienen algo que los hace únicos, inigualables, impredecibles.

Visto todo esto, creo que se puede concluir que este es un libro como pocos: me ha resultado absolutamente redondo. Sus 770 páginas se llevan bastante bien, y los temas a tratar son prácticamente universales literarios: la vida, la muerte y la juventud. ¿Hasta qué punto se puede salir impune de un asesinato, legal y moralmente? ¿Cómo se enfrentan a la realidad seis jóvenes con delirios de grandeza? 

Supongo que tal vez me ha gustado tanto porque me he visto en la edad o momento adecuado para comprender a los protagonistas en bastantes más casos de los que debería. El ser estudiante de Griego también debe de haberme contagiado parte del entusiasmo, pero creo que, en todo, lo que más me ha gustado de todo el libro ha sido que he acabado considerándolo como una gran reflexión sobre la muerte en una persona joven (θάνατος του νεαρού) y el impacto que tiene esta: podría considerarse una especie de relato de la muerte de Patroclo en una sociedad moderna, si bien los símiles con el mundo clásico pueden ser infinitos ya que, si en algo destacaron los griegos, fue en el desarrollo de tragedias desgarradoras y cruentas historias épicas que aún son fundamentales para comprender el mundo a día de hoy.

A fin de cuentas, como decían los antiguos griegos y citaba Julian Morrow al principio de la novela, el horror es belleza.

Mi nota: 10/10.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Demonios familiares

Soy consciente de que subí la última entrada ayer mismo, pero después de escribir la de Primera memoria me quedé con ganas de hablar de este libro que compré en Atocha a la vuelta de un fin de semana en Madrid. Lo encontré por casualidad, y me llamaba la atención que se tratara de una obra póstuma de la fallecida en este año Ana María Matute, por lo que me lo compré para leerlo en el tren. Y, la verdad, mientras lo hacía no tenía la menor idea de que iba a acabar encontrándome con semejante maravilla de libro.


Sinopsis: Demonios familiares es una historia de amor y culpabilidad, de traiciones y amistad, al más puro estilo de la autora. Transcurre en una pequeña ciudad interior española en 1936, con una protagonista femenina que pronto será inolvidable.

En un principio la sinopsis no dice demasiado, aunque ya se puede adivinar en ella que, aun en su última novela, la autora no abandonó el tema que tanto abundó en sus novelas: el de la Guerra Civil y el crecimiento de una protagonista, en este caso Eva, a lo largo de esta. Alrededor de esta trama se irán desplegando, como es habitual en la prosa de Matute, una serie de personajes completamente dispares que, a su vez, irán formando un todo que, dado el carácter póstumo de la novela, no pudo ser rematado como solía hacer la autora en todas sus novelas.

Pero un libro no tiene por qué estar terminado para ser simplemente maravilloso. Entre las páginas de Demonios familiares he encontrado una muestra más del grandísimo talento de Ana María Matute, presente en su forma de escribir hasta el último instante: esos personajes tan bien elaborados, ese ambiente rural que recuerda a la Artámila, aquel territorio que inventó Matute para algunas de sus más conocidas novelas.

Hay varios personajes de este libro que me han llamado muchísimo la atención, pero sin duda mi favorito ha sido Yago, el criado y hermano de Eva. Se trata de un personaje completamente en la línea de los más originales que ha inventado Matute: su historia, un cruce entre la de Pablo de Fiesta al noroeste y Lauro «el Chino» de Primera memoria, lo hace quizás el personaje más interesante del libro. También caben destacar como grandes personajes Eva, la protagonista; Berni, el piloto; o el padre de Eva. Todos estos personajes, únicos y a su vez similares a otros figurantes en otras novelas de Matute, conforman una trama que, pese a estar inacabada y escrita en unas condiciones poco favorables, tiene momentos de absoluta brillantez que no hacen sino recordarnos la grandísima escritora que fue Matute.

Y es que, estando ya aquejada de una enfermedad que dificultaba su escritura, no se detuvo un solo momento: siguió en el empeño de escribir hasta que fue absolutamente imposible hacerlo. Y creo que, como lectora de sus novelas, no puedo hacer más que agradecerle todos estos libros que ha escrito y las tantísimas páginas con las que ha cambiado la narrativa española de las últimas décadas. Como bien dice la sinopsis, si bien no se trata de la novela más monumental de Matute, Demonios familiares se trata de un último regalo de una de las más grandes escritoras de la Literatura castellana.

Mi nota: 8/10.

domingo, 21 de diciembre de 2014

Primera Memoria

¡Buenas de nuevo! Como prometí, en esta ocasión no he tardado mucho en hacer otra reseña. Esta vez traigo una cortita, como el libro del que voy a hablar: se trata de una novela de Ana María Matute que fue Premio Nadal en 1959. Como la mayoría de las cosas que he leído de esta autora, se lee en un suspiro, pero sin embargo lleva a una reflexión, como poco, curiosa.


Sinopsis: Los protagonistas de Primera memoria — Matia, Borja y Manuel— no quieren dejar de ser niños. Son adolescentes al borde del abismo de la edad adulta, con miedo a asomarse pero conscientes de que no tienen alternativa, de que no les queda más remedio que hacerlo. Se les acabó el tiempo. Y el poco que les quedaba lo consume una guerra que acaba de estallar y que se alarga, en la lejanía, y lo ensombrece todo. En aquel largo verano del treinta y seis, y bajo la mirada vigilante de su abuela, Matia y su primo Borja, un muchacho de quince años taimado y carismático, desgranan una rutina estival hecha de perezosas lecciones de latín, cigarrillos fumados a escondidas y escapadas en barca a las calas recónditas de la isla.

Como ya he dicho antes, es un libro relativamente breve y sencillo. Sigue las características generales de la prosa de Matute: a veces se pierde en las divagaciones de la narradora, Matia, y pese a que la historia principal es relativamente simple despliega una serie de personajes que son, como es característico en esta autora, una auténtica delicia.

Por un lado está Matia, la protagonista. En un principio parece una chica perfectamente normal de su edad: distraída de los estudios, algo confusa, y en cierto modo intentando sobrellevar de la mejor forma posible la estancia en casa de su abuela, con la cual convive desde el inicio de la guerra. Alrededor de ella empiezan a surgir una serie de personajes únicos en su especie: Borja, el carismático primo que conoce todas las tácticas para encandilar a la abuela; Manuel, el curioso muchacho con el que Matia entabla amistad… y, por supuesto, la figura de autoridad tan común en las novelas de Matute, en este caso representada por la abuela de los niños: autoritaria, conservadora y tremendamente pragmática. Otro personaje que me ha encantado, pese a ser bastante secundario, ha sido Lauro, «el Chino».

De momento no he leído mucho de Matute, pero sin duda tengo que decir que esta novela me ha encantado. En un contexto convulso y complejo como fue el de la Guerra Civil española saca a relucir historias que, en cierto modo, caminan en paralelo al conflicto: el nacimiento de la amistad entre Manuel y Matia, las lecciones con Lauro… pero sin embargo, realiza una perfecta disección de ese acto tan complejo que es crecer. Los protagonistas, situados en una edad complicada, van metamorfoseando y convirtiéndose en personas cada vez más diferentes. En cierto modo, Matia, Borja y Manuel se enfrentan a una guerra dentro de sí mismos: el conflicto de los dos bandos, representado por los padres de Borja y Matia, y el de intentar descubrir qué clase de personas quieren ser.

A fin de cuentas, esa es, en muchos casos, una de las más grandes decisiones que tienen que tomar las personas mientras están creciendo.

Mi nota: 7/10.