domingo, 28 de diciembre de 2014

El secreto

Hacía tiempo, más del que me gustaría, que no leía un libro que me trastocase tanto. Quizás en el buen sentido de la palabra, quizás no: hace tan solo unas horas que terminé de leer El secreto, y sin embargo aún no he conseguido sacar nada en claro. Solo sé que me ha encantado, en todos los aspectos en los que puede encantarme un libro: francamente, hacía tiempo que no leía uno tan bueno y tan redondo. Quizás haya sido el particular interés que le profeso al adorno principal de la trama — el mundo clásico — o quizás haya sido otra cosa, pero desde luego tengo que decir que este libro me ha enamorado por completo.


Sinopsis: La vida no es fácil en un college de Nueva Inglaterra si eres un chico modesto y falto de afecto que llega de California, y Richard Papen lo sabe; por eso agradece que lo admitan en un pequeño grupo de cinco estudiantes capitaneados por un profesor de literatura clásica con mucho carisma y pocos escrúpulos. Los chicos sueltan comentarios en griego y se ríen de la ingenuidad y la torpeza de los demás, pero bien mirado se pasan el día bebiendo y engullendo pastillas, hasta que un mal día lo que parecían chiquilladas se convierten en asuntos donde la muerte tiene algo que decir. Es entonces cuando Richard y su pandilla descubren qué difícil es vivir sin máscaras y qué fácil es matar sin remordimientos.

La verdad es que ni siquiera sé por dónde empezar. Este libro cayó en mis manos por mi cumpleaños: llevaba viendo varias reseñas muy positivas en Goodreads varios meses, y la trama me llamaba bastante. Se me antojaba un El club de los poetas muertos del Griego clásico. En cierto modo lo es, pero a su vez no tiene absolutamente nada que ver: sin embargo, recoge todos los elementos de este tipo de historias que mantienen un denominador común: los alumnos entusiastas, jóvenes con delirios de grandeza y la inmensa importancia de la Literatura en sus vidas cotidianas.

Cabe decir que la prosa de Donna Tartt me ha gustado muchísimo, pese a ser algo de esperar de un Premio Pulitzer. Tiene un estilo no excesivamente rebuscado, pero con un buen vocabulario y una amplia gama de recursos que utiliza con frecuencia (pero sin abusar). El desarrollo de todos sus personajes es más que inminente a lo largo del libro: los que en un principio se presentan más afables acaban siendo despiadados, cada uno a su forma; los más arrogantes o frívolos acaban siendo los que le salvan la vida al protagonista.

Aunque los seis personajes principales (siete, con el profesor de Griego) me han encantado, me han llamado la atención de una forma particular Henry Winter y Bunny Corcoran. Henry por ser ese genio millonario que dedica su vida a los estudios, una especie de erudito encerrado en el cuerpo de un joven de veintiún años; Bunny, sobre todo, por el carácter afable y a su vez agrio que presenta sin tapujos. Bunny es, en mi opinión, quizás el personaje más interesante, ya que en cierto modo es el detonante de todos los eventos que se narran de más o menos la página doscientos cincuenta en adelante. Aunque en realidad, en un libro como este, hacer una afirmación así es un tanto osado: todos y cada uno de los personajes de El secreto tienen algo que los hace únicos, inigualables, impredecibles.

Visto todo esto, creo que se puede concluir que este es un libro como pocos: me ha resultado absolutamente redondo. Sus 770 páginas se llevan bastante bien, y los temas a tratar son prácticamente universales literarios: la vida, la muerte y la juventud. ¿Hasta qué punto se puede salir impune de un asesinato, legal y moralmente? ¿Cómo se enfrentan a la realidad seis jóvenes con delirios de grandeza? 

Supongo que tal vez me ha gustado tanto porque me he visto en la edad o momento adecuado para comprender a los protagonistas en bastantes más casos de los que debería. El ser estudiante de Griego también debe de haberme contagiado parte del entusiasmo, pero creo que, en todo, lo que más me ha gustado de todo el libro ha sido que he acabado considerándolo como una gran reflexión sobre la muerte en una persona joven (θάνατος του νεαρού) y el impacto que tiene esta: podría considerarse una especie de relato de la muerte de Patroclo en una sociedad moderna, si bien los símiles con el mundo clásico pueden ser infinitos ya que, si en algo destacaron los griegos, fue en el desarrollo de tragedias desgarradoras y cruentas historias épicas que aún son fundamentales para comprender el mundo a día de hoy.

A fin de cuentas, como decían los antiguos griegos y citaba Julian Morrow al principio de la novela, el horror es belleza.

Mi nota: 10/10.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Demonios familiares

Soy consciente de que subí la última entrada ayer mismo, pero después de escribir la de Primera memoria me quedé con ganas de hablar de este libro que compré en Atocha a la vuelta de un fin de semana en Madrid. Lo encontré por casualidad, y me llamaba la atención que se tratara de una obra póstuma de la fallecida en este año Ana María Matute, por lo que me lo compré para leerlo en el tren. Y, la verdad, mientras lo hacía no tenía la menor idea de que iba a acabar encontrándome con semejante maravilla de libro.


Sinopsis: Demonios familiares es una historia de amor y culpabilidad, de traiciones y amistad, al más puro estilo de la autora. Transcurre en una pequeña ciudad interior española en 1936, con una protagonista femenina que pronto será inolvidable.

En un principio la sinopsis no dice demasiado, aunque ya se puede adivinar en ella que, aun en su última novela, la autora no abandonó el tema que tanto abundó en sus novelas: el de la Guerra Civil y el crecimiento de una protagonista, en este caso Eva, a lo largo de esta. Alrededor de esta trama se irán desplegando, como es habitual en la prosa de Matute, una serie de personajes completamente dispares que, a su vez, irán formando un todo que, dado el carácter póstumo de la novela, no pudo ser rematado como solía hacer la autora en todas sus novelas.

Pero un libro no tiene por qué estar terminado para ser simplemente maravilloso. Entre las páginas de Demonios familiares he encontrado una muestra más del grandísimo talento de Ana María Matute, presente en su forma de escribir hasta el último instante: esos personajes tan bien elaborados, ese ambiente rural que recuerda a la Artámila, aquel territorio que inventó Matute para algunas de sus más conocidas novelas.

Hay varios personajes de este libro que me han llamado muchísimo la atención, pero sin duda mi favorito ha sido Yago, el criado y hermano de Eva. Se trata de un personaje completamente en la línea de los más originales que ha inventado Matute: su historia, un cruce entre la de Pablo de Fiesta al noroeste y Lauro «el Chino» de Primera memoria, lo hace quizás el personaje más interesante del libro. También caben destacar como grandes personajes Eva, la protagonista; Berni, el piloto; o el padre de Eva. Todos estos personajes, únicos y a su vez similares a otros figurantes en otras novelas de Matute, conforman una trama que, pese a estar inacabada y escrita en unas condiciones poco favorables, tiene momentos de absoluta brillantez que no hacen sino recordarnos la grandísima escritora que fue Matute.

Y es que, estando ya aquejada de una enfermedad que dificultaba su escritura, no se detuvo un solo momento: siguió en el empeño de escribir hasta que fue absolutamente imposible hacerlo. Y creo que, como lectora de sus novelas, no puedo hacer más que agradecerle todos estos libros que ha escrito y las tantísimas páginas con las que ha cambiado la narrativa española de las últimas décadas. Como bien dice la sinopsis, si bien no se trata de la novela más monumental de Matute, Demonios familiares se trata de un último regalo de una de las más grandes escritoras de la Literatura castellana.

Mi nota: 8/10.

domingo, 21 de diciembre de 2014

Primera Memoria

¡Buenas de nuevo! Como prometí, en esta ocasión no he tardado mucho en hacer otra reseña. Esta vez traigo una cortita, como el libro del que voy a hablar: se trata de una novela de Ana María Matute que fue Premio Nadal en 1959. Como la mayoría de las cosas que he leído de esta autora, se lee en un suspiro, pero sin embargo lleva a una reflexión, como poco, curiosa.


Sinopsis: Los protagonistas de Primera memoria — Matia, Borja y Manuel— no quieren dejar de ser niños. Son adolescentes al borde del abismo de la edad adulta, con miedo a asomarse pero conscientes de que no tienen alternativa, de que no les queda más remedio que hacerlo. Se les acabó el tiempo. Y el poco que les quedaba lo consume una guerra que acaba de estallar y que se alarga, en la lejanía, y lo ensombrece todo. En aquel largo verano del treinta y seis, y bajo la mirada vigilante de su abuela, Matia y su primo Borja, un muchacho de quince años taimado y carismático, desgranan una rutina estival hecha de perezosas lecciones de latín, cigarrillos fumados a escondidas y escapadas en barca a las calas recónditas de la isla.

Como ya he dicho antes, es un libro relativamente breve y sencillo. Sigue las características generales de la prosa de Matute: a veces se pierde en las divagaciones de la narradora, Matia, y pese a que la historia principal es relativamente simple despliega una serie de personajes que son, como es característico en esta autora, una auténtica delicia.

Por un lado está Matia, la protagonista. En un principio parece una chica perfectamente normal de su edad: distraída de los estudios, algo confusa, y en cierto modo intentando sobrellevar de la mejor forma posible la estancia en casa de su abuela, con la cual convive desde el inicio de la guerra. Alrededor de ella empiezan a surgir una serie de personajes únicos en su especie: Borja, el carismático primo que conoce todas las tácticas para encandilar a la abuela; Manuel, el curioso muchacho con el que Matia entabla amistad… y, por supuesto, la figura de autoridad tan común en las novelas de Matute, en este caso representada por la abuela de los niños: autoritaria, conservadora y tremendamente pragmática. Otro personaje que me ha encantado, pese a ser bastante secundario, ha sido Lauro, «el Chino».

De momento no he leído mucho de Matute, pero sin duda tengo que decir que esta novela me ha encantado. En un contexto convulso y complejo como fue el de la Guerra Civil española saca a relucir historias que, en cierto modo, caminan en paralelo al conflicto: el nacimiento de la amistad entre Manuel y Matia, las lecciones con Lauro… pero sin embargo, realiza una perfecta disección de ese acto tan complejo que es crecer. Los protagonistas, situados en una edad complicada, van metamorfoseando y convirtiéndose en personas cada vez más diferentes. En cierto modo, Matia, Borja y Manuel se enfrentan a una guerra dentro de sí mismos: el conflicto de los dos bandos, representado por los padres de Borja y Matia, y el de intentar descubrir qué clase de personas quieren ser.

A fin de cuentas, esa es, en muchos casos, una de las más grandes decisiones que tienen que tomar las personas mientras están creciendo.

Mi nota: 7/10.

domingo, 30 de noviembre de 2014

One More Thing: Stories and Other Stories

De estas que está a punto de llegar diciembre y me da a mí por acordarme de este blog, que empecé hacen… ¿tres años? Sí, más o menos. Y desde febrero no se me ha pasado por la cabeza reseñar ninguno de los libros que he leído. ¿Por qué? Pues no tengo ni la menor idea. Quizás haya sido la pereza, o que simplemente este año he ido leyendo a un ritmo que, junto con los exámenes y el curso y demás, simplemente no he podido seguir con este blog. Pero hoy — bendito sea el aburrimiento dominical — he decidido que, después de haberme gustado tanto este libro que os traigo en la reseña de hoy, quizás merecería la pena darle una segunda oportunidad a este blog. ¡Así que allá vamos!


Sinopsis: In One More Thing, a boy wins a $100,000 prize in a box of Frosted Flakes - only to discover that claiming the winnings may unravel his family. A woman sets out to seduce motivational speaker Tony Robbins - turning for help to the famed motivator himself. A school principal unveils a bold plan to permanently abolish arithmetic. An acclaimed ambulance driver seeks the courage to follow his heart and throw it all away to be a singer-songwriter. Author John Grisham contemplates a monumental typo. A new arrival in heaven, overwhelmed by infinite options, procrastinates over his long-ago promise to visit his grandmother. We meet a vengeance-minded hare, obsessed with scoring a rematch against the tortoise who ruined his life; and post-college friends who debate how to stage an intervention in the era of Facebook. We learn why wearing a red t-shirt every day is the key to finding love; how February got its name; and why the stock market is sometimes just... down.

Creo que lo primero que debo aclarar es que he leído este libro en calidad de fan (muy fan) de la serie The Office, en la que B. J. Novak colaboró como actor, productor, guionista e incluso director de algunos capítulos. Encontré el libro por casualidad en Goodreads, y en cuanto lo vi decidí darle una oportunidad. Tuve la suerte de que llegase a mis manos poco después: una edición preciosa, por cierto. Y así, en pleno relax post-exámenes, me decidí a leerlo ayer por la tarde.


Y vaya forma de devorarlo. Llevaba tiempo sin leer un libro tan sumamente divertido: en más de una ocasión me he reído, ya sea a carcajadas o bajito, por alguno de los miles de comentarios mordaces de Novak. Y es que hay dos formas de tomarse este libro: hay quien lo entenderá como una recolección de cuentos breves e ingeniosos que buscan poco más que hacer reír, mientras que otros opinarán que hay algo más profundo debajo. De una forma u otra, entre cuento y cuento he percibido una forma de ver la vida fresca, divertida e ingeniosa que en cierto modo se asemeja a la mía… sobre todo en cierto cuento sobre cierto traductor.

En cualquier caso, me ha parecido un libro actual, fresco, y sumamente divertido. La única pega que podría encontrarle, por el momento, es que no ha sido editado en castellano. Pero, espero, será cuestión de tiempo que lo hagan. No hacerlo sería perder la oportunidad de descubrir a un buen nuevo escritor fuera de Estados Unidos.

Para terminar, creo que me quedaré con una breve cita de uno de los cuentos de Novak: «I was sad that summer was over. But I was happy that it was over for my enemies, too.»

Mi nota: 8/10.

sábado, 1 de febrero de 2014

El pintor de Cracovia

Ya estamos en febrero y en lo que va de año he leído una serie de libros que me han impactado de una forma impresionante como persona. Supongo que, en realidad, eso es lo que todos los buenos libros hacen. Esta misma mañana, en apenas una horita, me he leído Los justos de Albert Camus, de la que espero poder hacer reseña cuanto antes. Sin embargo, la que ahora nos ocupa es la reseña de un libro que he estado leyendo a lo largo de la semana pasada… aunque ni siquiera sabría decir hasta qué punto es un libro. No se restringe a narraciones, tampoco se limita a contar un hecho ficticio. Como explicaré a continuación, El pintor de Cracovia es un libro extraño que, sin embargo, me ha hecho estremecerme y sonreír a la vez como ningún otro.


Sinopsis: En una escena conmovedora de La lista de Schindler, los espectadores de todo el mundo vieron el milagro de la boda clandestina de dos judíos en el campo de concentración de Plaszow. Los novios eran Joseph y Rebecca Bau. Joseph Bau habla del bombardeo de Cracovia, de cómo su hermano y él vagabundeaban por el gueto, de la brutalidad que marcaba el día a día del campo de concentración, del hambre o del amor a primera vista.

Decir que el libro se trata de una autobiografía del autor durante sus años en la Cracovia de la Segunda Guerra Mundial sería quedarme corta. No es solo una novela, no es solo una historia: los dibujos de Bau, junto con sus estremecedores poemas para ilustrar los sentimientos que lo acompañaron a lo largo de la guerra, son quizás lo más destacable de todo. Su facilidad para relatar eventos estremecedores, de una forma completamente desnuda y sin tapujos. Es un relato absolutamente realista, valiente y, ante todo, de una fuerte carga vital. Lo que narra el autor no son las vivencias de personajes inventados: son las suyas propias y las de su familia.

Quizás cabe destacar en toda la historia las fugaces intervenciones de personajes que alguien familiarizado con la historia de los Schindlerjuden captará en seguida. Isaac Stern, el bondadoso contable, Poldek Pfefferberg, el contrabandista; o incluso el propio Schindler en más de una ocasión. Siendo como soy estas apariciones me han sacado más de una sonrisa, a la vez que se han convertido en un aporte de incluso más realidad en la historia. El hecho de leer algo escrito por el puño y letra de un superviviente del Holocausto es siempre algo que me impresiona, pero en esta ocasión lo ha hecho aún más. Supongo que habrá sido el estilo sencillo de Bau, o quizás lo mucho que me han gustado los personajes de esta obra en concreto. Personas reales, a fin de cuentas.

Con todo, me ha parecido un libro magnífico. Un relato estremecedor en primera persona del Holocausto, lleno de sombras y grises oscuros pero también con pequeños recovecos de felicidad y magia. 

Como el propio autor dice al inicio de la obra: «No soy responsable de todo lo expuesto aquí, lo copié directamente de la vida».

Mi nota: 8/10.

jueves, 23 de enero de 2014

On the road

Parece ser que este año va de libros increíbles. Tres que llevo; tres que me han impactado hasta la médula. Una vez más, ya había leído este libro — pero el hecho de no haber hecho reseña en su día me ha obligado a pasarme por aquí para dar mi impresión acerca de él. Efectivamente, no se trata de otro sino On the road — En el camino traducido al español —, de Jack Kerouac.


Sinopsis: Seguimos a Sal Paradise y a toda la cáfila que desfila por estas páginas en toda su desnudez y penuria a lo largo de las carreteras americanas. Percursores del movimiento hippy y la contracultura de finales de los años sesenta, los personajes de esta novela pululan sin rumbo por Norteamérica. La sed vital insatisfecha, la búsqueda de horizontes de sentido, de dicha y de conocimiento y los atisbos místicos se estrellan contra una realidad inhóspita y desesperanzada. Un vívido compendio de los grandes temas, y al tiempo una apasionante aventura humana y una metáfora de la existencia.

En realidad no sé muy bien qué me llevó a leer el libro en su día, harán ya unos meses. Supongo que fue el aire a novedad, a juventud: el libro tenía ya más de cincuenta años y sin embargo parecía narrar una historia que es el sueño de prácticamente toda persona joven. Sin embargo, mientras uno avanza en la lectura del libro, se da cuenta de que es mucho más que una novela de carretera: es la historia de personas creciendo, de la madurez tardía, de los miedos ocultos bajo largos gritos en plena carretera. Sal Paradise y Dean Moriarty son dos hombres que poco a poco se van encontrando a sí mismo a lo largo de las páginas del libro: juntos o por separado, ambos alcanzan una madurez impensable al inicio de la novela.

Cabe destacar, por supuesto, que todos y cada uno de los personajes de esta historia — y la historia en sí — provienen de las amistades del propio Jack Kerouac. En efecto, Dean Moriarty, Marylou, Carlo Marx, Ed Dunkel y todos los demás que lo acompañan a lo largo de su historia no son otros que los auténticos pilares de lo que fue la generación beat americana que caracterizó el final de los años cuarenta y el principio de los cincuenta. 

Me llama siempre particular atención el personaje de Dean Moriarty — Neal Cassady —, ese muchacho de Denver que no se sabe muy bien si idolatra a Paradise o simplemente lo utiliza para alcanzar sus objetivos. Supongo que un poco de ambas, realmente. Es un personaje complejo, vibrante, con muchas idas y venidas; al igual que el resto del libro. Ahora, después de sumergirme en la historia de Kerouac y la generación beat durante un par de semanas, me siento a reflexionar acerca de Dean Moriarty y me siento un poco como Sal Paradise en las últimas líneas de la novela.

En definitiva, un libro que hay que leer. En su día fue una novela que definió una idea, un movimiento; hoy es el símbolo de toda una generación. Con palabras ágiles y largas frases que se han acabado convirtiendo en una nueva idea de ver el mundo para alguien joven como yo, Kerouac consigue atrapar  la sencillez tan complicada de crecer, viajar y seguir adelante.

Y, como siempre, crecer es probablemente la aventura más importante que tenemos por delante.

Mi nota: 9/10.

jueves, 16 de enero de 2014

Los girasoles ciegos

Hay algunas veces en esta vida en las que uno encuentra un libro que cambia la forma que tiene de ver la vida. En ocasiones ese impacto es más paulatino, menos notorio; otras una sola frase puede hacer que el lector se replantee todo en lo que ha pensado hasta ese momento. Esto, por supuesto, varía de una persona a otra: en sus gustos, en sus ideas, y en mil puntos más. Sin embargo, podría decir que esto fue lo que me sucedió hacen un par de tardes con Los girasoles ciegos. Ya había leído el libro con anterioridad, pero por diversos motivos — llamadlos inmadurez, poca atención o poco desarrollo crítico — no me impactó ni la mitad de lo que me ha impactado ahora. ¿Qué tiene este libro que tanto me ha impactado? Ni yo misma lo sé.


Sinopsis: Este libro es el regreso a las historias reales de la posguerra que contaron en voz baja narradores que no querían contar cuentos sino hablar de sus amigos, de sus familiares desaparecidos, de ausencias irreparables. Son historias de los tiempos de silencio, cuando daba miedo que alguien supiera que sabías. Cuatro historias, sutilmente engarzadas entre sí, contadas desde el mismo lenguaje pero con los estilos propios de narradores distintos que van perfilando la verdadera protagonista de esta narración: la derrota.

A priori podría aparecer en la cabeza de uno esa frase que tanto suena en el cine y la literatura española, “¿Otra historia más de la guerra civil? ¿Para qué, si son todas iguales?”. Si bien es cierto que el tema de la Guerra Civil y su inmediata posguerra ha sido un tema bastante explotado – muchas veces de forma errónea – por la literatura, el cine y la televisión en España, a mi modo de ver es un momento de la historia de nuestro país que no se puede olvidar bajo ninguna circunstancia. Es por ello por lo que la existencia de libros como éste son algo que se debería cultivar más que telenovelas de época barata: estos libros son retratos desgarradores y a la vez tremendamente realistas de lo que fue España durante la guerra y siguió siendo hasta prácticamente el último tercio del siglo XX.

Lo primero que llama la atención de Los girasoles ciegos. Un primer relato de apenas treinta páginas en el que se trata la dualidad entre vencedor y vencido; un segundo de apenas veinte en el que un poeta sangra palabras sobre lo único que le queda: su cuaderno y su hijo. El tercero y el cuarto, algo más extensos pero no por ello menos desgarradores, casi no llegan a las cincuenta páginas. Es por eso mismo, pues, por lo que catalogaría este libro como novela corta, ya que en su totalidad no pasa de las 150 páginas. 

Y sin embargo, vaya ciento cincuenta páginas. Es, sin más que decir, un retrato desgarrador de lo que fue de los vencidos al acabar la guerra. Los personajes son en su totalidad hijos de las sombras y de las heridas de la guerra: en todos sus casos, vencidos con mordaza que esperan pacientemente a que pase la guadaña sobre sus cabezas. Llamadlo Carlos Alegría, llamadlo Eulalio, llamadlo Juan Senra, llamadlo Ricardo Mazo. Al final, todos son víctimas de la misma guerra que, de una forma u otra, han perdido.

Poco más me queda que decir de este libro. Destacar la humanidad de sus personajes, el horror de sus historias, la paz en sus finales derrotados. No es una historia que vaya a gustar a todo el mundo, ni mucho menos. Pero a mí me ha llegado al alma: me ha trastocado, me ha enrabiado, me ha hecho llorar.

Podría decirse que, a fin de cuentas, los protagonistas de Los girasoles ciegos sí que han acabado obteniendo una victoria frente al mar de derrotas en el que se encontraban sumergidos.

Mi nota: 10/10.

sábado, 11 de enero de 2014

Bajo la misma estrella

¡Buenas a todos! Hoy me paso para dejar una reseña de un libro que leí hace tiempo pero, como otros muchos, por un motivo u otro no reseñé en su día. Se trata de un libro que hoy en día conoce casi todo el público adolescente, que ha suscitado un gran interés entre todo tipo de lectores y, lo más importante, se ha convertido en una historia que ha conmovido ya a millones de personas. Supongo que el haberlo leído hace tiempo puede hacer que hable de él con sereno y sin las lagrimillas en los ojos que deja su final, así que allá vamos.


Sinopsis: A Hazel y a Gus les gustaría tener vidas más corrientes. Algunos dirían que no han nacido con estrella, que su mundo es injusto. Hazel y Gus son solo adolescente, pero si algo les ha enseñado el cáncer que ambos padecen es que no hay tiempo para lamentaciones porque, nos guste o no, solo existe el hoy y el ahora. Y por ello, con la intención de hacer realidad el mayor deseo de Hazel – conocer a su escritor favorito – cruzarán juntos el Atlántico para vivir una aventura contrarreloj, casi can catártica como desgarradora.

Empezaré diciendo que cuando empecé el libro ni siquiera sabía de lo que trataba. Me lo habían recomendado mucho y parecía atractivo, así que lo compré en una librería en Roma así por probar. Sin embargo, el tema me absorbió por completo: no solo la historia de amor de Gus y Hazel, que más bien dejaría en un plano secundario, sino en el impacto que tiene la enfermedad de ambos en las decisiones que toman y en la forma en la que, por decirlo de una forma u otra, colisionan. A fin de cuentas, de no haber padecido uno u otro la enfermedad, sus vidas habrían sido completamente diferentes. ¿Habrían pagado el coste de no conocerse por vivir vidas corrientes y felices el uno sin el otro? Eso no lo sabemos.

Es importante aclarar que después de todo se trata de una novela juvenil: no se puede esperar un Antígona de todo esto ni una técnica sumamente exquisita. Sin embargo, a mi modo de verlo, la forma de escribir de John Green — al menos en inglés, que es el idioma en el que he leído el libro — es bastante irónica, con simpleza y sus enredos todo a la vez. Supongo que todo depende de la óptica con la que se mire: no, no es ninguna obra maestra, pero como novela juvenil desde luego debe de ser la mejor que he leído, al menos en estos últimos años.

En cualquier caso, me ha parecido un libro fresco, agradable pese al final que tiene y sobre todo con un enorme mensaje que a cualquier adolescente que ande medio perdido por el mundo nunca le viene mal. Aprovecha el día y vívelo al máximo, porque nunca sabes si será el último. A fin de cuentas, ¿no es eso en lo que consisten nuestras vidas?

Mi nota: 6/10.

jueves, 2 de enero de 2014

Pero ¿qué será de este muchacho?

¡Primera entrada del 2014! Este año me he propuesto leer mucho más de lo normal, así que intentaré pasarme por aquí todo lo posible. El primer libro que ha caído este año ha sido una pequeña delicia del Nobel Heinrich Böll, maestro de la postguerra alemana y autor de obras que a título personal han cambiado mi forma de ver lo que fue el nazismo y su impacto en la sociedad alemana. Sin embargo, Pero ¿qué será de este muchacho? no se trata de otra cosa sino una autobiografía: el autor, en menos de cien páginas, nos relata sus años en la escuela durante el nazismo, desde 1933 a 1937. Con palabras sutiles e idas y venidas por la historia del ascenso al poder de Hitler, Böll relata una historia entretenida, breve y con un ejercicio de reflexión importante.


Sinopsis: El 30 de enero de 1933 el presidente alemán Paul von Hindenburg nombra canciller a Adolf Hitler. Ese día, Heinrich Böll tiene quince años y seis semanas y casi exactamente cuatro años más tarde, el 6 de febrero de 1937, termina el bachillerato. Este libro, escrito cerca de cincuenta años después, rescata los años en que Böll asistió al colegio bajo el régimen nazi. La noticia de la llegada al poder de Hitler la recibe estando enfermo con gripe; pronto se multiplican las señales de lo que vendrá: palizas, uniformes, las primeras quemas de libros, gente que es hecha prisionera y llevada a campos de concentración, de donde todos vuelven cambiados y sin ganas de hablar de ello.

Sería lógico pensar que, siendo un texto autobiográfico, lo primero que habría hecho Böll justo tras el prólogo habría sido caer en el dramatismo. Sin embargo, nos encontramos ante un texto claro, tranquilo y, dentro de lo que cabe, objetivo. Si bien Böll da constantemente su opinión acerca de las idas y venidas del gobierno nazi, no deja de hablar con sosiego de cosas que a fecha de hoy nos sorprenderían enormemente: quemas de libros, restricciones de la libertad de los ciudadanos alemanes y fuertes palizas que el propio autor vislumbró a tan solo unos metros de su casa. Es ese sosiego con el que lo relata todo, esa tranquilidad con la que describe una adolescencia en el Tercer Reich, lo que más me ha llamado la atención del libro.

También me gustaría destacar el hecho de que el libro fue escrito casi cincuenta años después de los eventos relatados en la obra. Incluso el propio autor aclara en las primeras páginas que es probable que contenga algunas fechas erróneas o datos incorrectos y, pese a ello, parece tener una facilidad sorprendente para recordar los nombres de las calles en las que palpó por primera vez los primeros estragos de la barbarie nazi.

En definitiva, es un libro corto, ameno, aunque quizás solo entretenido para aquellos a los que nos fascina todo relacionado con la época del ascenso de los fascismos y de la Segunda Guerra Mundial. De no ser así, podría resultar algo pesado. Pero, como todo, es un libro curioso que merece la pena hojear, así como el resto de títulos del bien merecido Nobel Heinrich Böll.

Mi nota: 7/10.