lunes, 22 de diciembre de 2014

Demonios familiares

Soy consciente de que subí la última entrada ayer mismo, pero después de escribir la de Primera memoria me quedé con ganas de hablar de este libro que compré en Atocha a la vuelta de un fin de semana en Madrid. Lo encontré por casualidad, y me llamaba la atención que se tratara de una obra póstuma de la fallecida en este año Ana María Matute, por lo que me lo compré para leerlo en el tren. Y, la verdad, mientras lo hacía no tenía la menor idea de que iba a acabar encontrándome con semejante maravilla de libro.


Sinopsis: Demonios familiares es una historia de amor y culpabilidad, de traiciones y amistad, al más puro estilo de la autora. Transcurre en una pequeña ciudad interior española en 1936, con una protagonista femenina que pronto será inolvidable.

En un principio la sinopsis no dice demasiado, aunque ya se puede adivinar en ella que, aun en su última novela, la autora no abandonó el tema que tanto abundó en sus novelas: el de la Guerra Civil y el crecimiento de una protagonista, en este caso Eva, a lo largo de esta. Alrededor de esta trama se irán desplegando, como es habitual en la prosa de Matute, una serie de personajes completamente dispares que, a su vez, irán formando un todo que, dado el carácter póstumo de la novela, no pudo ser rematado como solía hacer la autora en todas sus novelas.

Pero un libro no tiene por qué estar terminado para ser simplemente maravilloso. Entre las páginas de Demonios familiares he encontrado una muestra más del grandísimo talento de Ana María Matute, presente en su forma de escribir hasta el último instante: esos personajes tan bien elaborados, ese ambiente rural que recuerda a la Artámila, aquel territorio que inventó Matute para algunas de sus más conocidas novelas.

Hay varios personajes de este libro que me han llamado muchísimo la atención, pero sin duda mi favorito ha sido Yago, el criado y hermano de Eva. Se trata de un personaje completamente en la línea de los más originales que ha inventado Matute: su historia, un cruce entre la de Pablo de Fiesta al noroeste y Lauro «el Chino» de Primera memoria, lo hace quizás el personaje más interesante del libro. También caben destacar como grandes personajes Eva, la protagonista; Berni, el piloto; o el padre de Eva. Todos estos personajes, únicos y a su vez similares a otros figurantes en otras novelas de Matute, conforman una trama que, pese a estar inacabada y escrita en unas condiciones poco favorables, tiene momentos de absoluta brillantez que no hacen sino recordarnos la grandísima escritora que fue Matute.

Y es que, estando ya aquejada de una enfermedad que dificultaba su escritura, no se detuvo un solo momento: siguió en el empeño de escribir hasta que fue absolutamente imposible hacerlo. Y creo que, como lectora de sus novelas, no puedo hacer más que agradecerle todos estos libros que ha escrito y las tantísimas páginas con las que ha cambiado la narrativa española de las últimas décadas. Como bien dice la sinopsis, si bien no se trata de la novela más monumental de Matute, Demonios familiares se trata de un último regalo de una de las más grandes escritoras de la Literatura castellana.

Mi nota: 8/10.

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