domingo, 21 de diciembre de 2014

Primera Memoria

¡Buenas de nuevo! Como prometí, en esta ocasión no he tardado mucho en hacer otra reseña. Esta vez traigo una cortita, como el libro del que voy a hablar: se trata de una novela de Ana María Matute que fue Premio Nadal en 1959. Como la mayoría de las cosas que he leído de esta autora, se lee en un suspiro, pero sin embargo lleva a una reflexión, como poco, curiosa.


Sinopsis: Los protagonistas de Primera memoria — Matia, Borja y Manuel— no quieren dejar de ser niños. Son adolescentes al borde del abismo de la edad adulta, con miedo a asomarse pero conscientes de que no tienen alternativa, de que no les queda más remedio que hacerlo. Se les acabó el tiempo. Y el poco que les quedaba lo consume una guerra que acaba de estallar y que se alarga, en la lejanía, y lo ensombrece todo. En aquel largo verano del treinta y seis, y bajo la mirada vigilante de su abuela, Matia y su primo Borja, un muchacho de quince años taimado y carismático, desgranan una rutina estival hecha de perezosas lecciones de latín, cigarrillos fumados a escondidas y escapadas en barca a las calas recónditas de la isla.

Como ya he dicho antes, es un libro relativamente breve y sencillo. Sigue las características generales de la prosa de Matute: a veces se pierde en las divagaciones de la narradora, Matia, y pese a que la historia principal es relativamente simple despliega una serie de personajes que son, como es característico en esta autora, una auténtica delicia.

Por un lado está Matia, la protagonista. En un principio parece una chica perfectamente normal de su edad: distraída de los estudios, algo confusa, y en cierto modo intentando sobrellevar de la mejor forma posible la estancia en casa de su abuela, con la cual convive desde el inicio de la guerra. Alrededor de ella empiezan a surgir una serie de personajes únicos en su especie: Borja, el carismático primo que conoce todas las tácticas para encandilar a la abuela; Manuel, el curioso muchacho con el que Matia entabla amistad… y, por supuesto, la figura de autoridad tan común en las novelas de Matute, en este caso representada por la abuela de los niños: autoritaria, conservadora y tremendamente pragmática. Otro personaje que me ha encantado, pese a ser bastante secundario, ha sido Lauro, «el Chino».

De momento no he leído mucho de Matute, pero sin duda tengo que decir que esta novela me ha encantado. En un contexto convulso y complejo como fue el de la Guerra Civil española saca a relucir historias que, en cierto modo, caminan en paralelo al conflicto: el nacimiento de la amistad entre Manuel y Matia, las lecciones con Lauro… pero sin embargo, realiza una perfecta disección de ese acto tan complejo que es crecer. Los protagonistas, situados en una edad complicada, van metamorfoseando y convirtiéndose en personas cada vez más diferentes. En cierto modo, Matia, Borja y Manuel se enfrentan a una guerra dentro de sí mismos: el conflicto de los dos bandos, representado por los padres de Borja y Matia, y el de intentar descubrir qué clase de personas quieren ser.

A fin de cuentas, esa es, en muchos casos, una de las más grandes decisiones que tienen que tomar las personas mientras están creciendo.

Mi nota: 7/10.

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