jueves, 23 de enero de 2014

On the road

Parece ser que este año va de libros increíbles. Tres que llevo; tres que me han impactado hasta la médula. Una vez más, ya había leído este libro — pero el hecho de no haber hecho reseña en su día me ha obligado a pasarme por aquí para dar mi impresión acerca de él. Efectivamente, no se trata de otro sino On the road — En el camino traducido al español —, de Jack Kerouac.


Sinopsis: Seguimos a Sal Paradise y a toda la cáfila que desfila por estas páginas en toda su desnudez y penuria a lo largo de las carreteras americanas. Percursores del movimiento hippy y la contracultura de finales de los años sesenta, los personajes de esta novela pululan sin rumbo por Norteamérica. La sed vital insatisfecha, la búsqueda de horizontes de sentido, de dicha y de conocimiento y los atisbos místicos se estrellan contra una realidad inhóspita y desesperanzada. Un vívido compendio de los grandes temas, y al tiempo una apasionante aventura humana y una metáfora de la existencia.

En realidad no sé muy bien qué me llevó a leer el libro en su día, harán ya unos meses. Supongo que fue el aire a novedad, a juventud: el libro tenía ya más de cincuenta años y sin embargo parecía narrar una historia que es el sueño de prácticamente toda persona joven. Sin embargo, mientras uno avanza en la lectura del libro, se da cuenta de que es mucho más que una novela de carretera: es la historia de personas creciendo, de la madurez tardía, de los miedos ocultos bajo largos gritos en plena carretera. Sal Paradise y Dean Moriarty son dos hombres que poco a poco se van encontrando a sí mismo a lo largo de las páginas del libro: juntos o por separado, ambos alcanzan una madurez impensable al inicio de la novela.

Cabe destacar, por supuesto, que todos y cada uno de los personajes de esta historia — y la historia en sí — provienen de las amistades del propio Jack Kerouac. En efecto, Dean Moriarty, Marylou, Carlo Marx, Ed Dunkel y todos los demás que lo acompañan a lo largo de su historia no son otros que los auténticos pilares de lo que fue la generación beat americana que caracterizó el final de los años cuarenta y el principio de los cincuenta. 

Me llama siempre particular atención el personaje de Dean Moriarty — Neal Cassady —, ese muchacho de Denver que no se sabe muy bien si idolatra a Paradise o simplemente lo utiliza para alcanzar sus objetivos. Supongo que un poco de ambas, realmente. Es un personaje complejo, vibrante, con muchas idas y venidas; al igual que el resto del libro. Ahora, después de sumergirme en la historia de Kerouac y la generación beat durante un par de semanas, me siento a reflexionar acerca de Dean Moriarty y me siento un poco como Sal Paradise en las últimas líneas de la novela.

En definitiva, un libro que hay que leer. En su día fue una novela que definió una idea, un movimiento; hoy es el símbolo de toda una generación. Con palabras ágiles y largas frases que se han acabado convirtiendo en una nueva idea de ver el mundo para alguien joven como yo, Kerouac consigue atrapar  la sencillez tan complicada de crecer, viajar y seguir adelante.

Y, como siempre, crecer es probablemente la aventura más importante que tenemos por delante.

Mi nota: 9/10.

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